Abolir los suburbios

A la espera de los resultados definitivos de la elección del próximo presidente de Estados Unidos, algunas reflexiones sobre por qué los suburbs protagonizaron la contienda. Usamos esas reflexiones para pensar en nuestra conurbación más grande: ¿cuál es el hilo conductor entre el desalojo en Guernica y los barrios cerrados que no pagan los impuestos que les corresponden?

Hola, ¿cómo estás? Espero que hayas pasado una linda quincena. Por acá todo tranquilo. Bueno, es un decir. Estas dos semanas fueron bastante movidas. Por eso voy a tratar de no hacer mucho preámbulo y arrancar este correo… con un meme. 

Si sos una persona más seria que yo quizás no te acuerdes del capítulo de Los Simpsons al que hace referencia el tweet que originó el meme, así que te lo dejo por acá. En fin, todo esto para introducir uno de los temas de hoy: elecciones en Estados Unidos y los suburbios. 

Más allá de que todavía no estamos seguros de quién va a ser el Presidente de la principal potencia mundial, lo que nos importa a nosotros es que una de las tantas particularidades de esta elección fue que se habló mucho de los suburbios. Obviamente hay suburbios de distintas carcaterísticas según en función de qué ciudad central se hayan formado pero para decirlo de manera muy simple, los suburbios norteamericanos son esas zonas un poco alejadas de la ciudad, aunque no tanto, donde viven familias tipo -perdón la referencia algo reiterativa- Los Simpsons.  

Al parecer, como Donald Trump identificó que estaba perdiendo votantes en esas zonas periurbanas, comenzó a acusar a Biden de querer destruir los suburbios con sus planes de vivienda asequible o como lo llaman ellos: affordable housing plans

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La inquietud del ex animador de The Apprentice no era casual: su fortaleza siempre estuvo por fuera de los centros urbanos consolidados. Un ejemplo ilustrativo es el caso del estado de Nueva York, históricamente demócrata. Mientras que en la ciudad de Nueva York sacó más del 80% de los votos Joe Biden, si miramos los resultados de, por ejemplo, el condado de Nassau -limítrofe con la ciudad y donde está Long Beach, una playa muy concurrida desde los five boroughs Trump se alzó con la victoria. 

Una breve digresión: a raíz del voto fuera de los grandes centros urbanos me pareció interesante pensar cómo se muestra la información electoral, pero que podría ser aplicada a cualquier otro tema. Sí, estoy hablando de mapas. 

Si viéramos hoy un mapa de los votantes por condado (el distrito electoral más chico de EEUU) la conclusión rápida sería que DJT ganó cómodo la elección, porque efectivamente lo votaron en más condados. Pero lamentablemente para él, allí donde sacó más amplia diferencia fue en los condados menos poblados. Algo similar pasó en 2016, pero como los electores de los estados sobre-representan a la población de los estados con menos densidad demográfica, Hillary Clinton perdió la elección aunque haya obtenido muchos más votos. 

Este GIF me parece que explica muy bien el fenómeno: “Votan las personas, no la tierra”. Y si te interesa profundizar este tema creo que este artículo de Betsy Mason en The New York Times es muy bueno. Allí se muestra cómo salir de la trampa de la población por distintas vías. Mi preferida: los cartogramas.

Modern family

Pero volvamos al principio. Podríamos decir que el fenómeno del voto a Trump en los suburbios tiene anclaje en cómo se formaron esos suburbios. Redlining de por medio, algo que ya te conté en una entrega anterior, a raíz de diferentes decisiones el Estado norteamericano favoreció durante mucho tiempo una dinámica urbana tendiente a la segregación racial y socioeconómica. 

Los suburbs en el imaginario colectivo, y un poco en la realidad también, son además de Los Simpsons eso que muestra Modern Family: familias blancas de clase media-alta en casas de dos pisos con jardín. Y sí, a veces son progres y modernas y por eso quizás no votan a Trump. Pero esto no es un newsletter sobre Ciencias Políticas. 

La razón que esgrime Donald para acusar a “sleepy” Joe de querer eliminar los suburbios está bastante bien explicada en esta nota. La situación arranca en 1968 cuando, a una semana del asesinato de Martin Luther King Jr., se promulga una ley que pone como condición para recibir fondos federales en materia de vivienda tener políticas consistentes que prevengan la segregación racial. 

Pero esa ley, conocida como Fair Housing Act, se transformó en letra muerta hasta que el gobierno de Barack Obama, que tenía a Biden como vice, hizo obligatoria en 2015 una evaluación integral de cómo los gobiernos locales estaban trabajando para prevenir la segregación racial. 

Entre otras acciones, lo que se buscaba era que desde el gobierno se facilite la construcción y la compra de vivienda para familias de menores ingresos y no necesariamente blancas, en los suburbios, lo que posiblemente aumentaría levemente la densidad de esas áreas. Pero también las haría más baratas de mantener para los gobiernos locales ya que se recaudarían más impuestos. El famoso (?) círculo virtuoso de las densidades medias. Básicamente eso es a los que DJT llama “abolir los suburbios”.

En 2018, la administración Trump eliminó ese requisito y ese mismo año hubo 31.202 quejas por discriminación en torno a la vivienda presentadas antes el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, la cifra más alta desde que se registra el dato (1995).

Nuestros suburbs

Los suburbios -o zonas periurbanas- en Argentina, y en particular en Buenos Aires, tienen otras características y, claro, el electorado también se comporta de otra manera. Harían falta varias entregas pero voy a tratar de resumirlo porque creo que es el hilo conductor de los otros dos temas que te quiero mencionar: el desalojo en Guernica y los nuevos datos que se conocieron acerca de barrios cerrados irregulares en la provincia de Buenos Aires. 

La forma en que creció el AMBA, al menos hasta la irrupción de la última dictadura cívico-militar, tuvo más que ver con la industrialización que con sectores de ingresos altos huyendo de la ciudad central. Pero en los años 70, y sobre todo en los 90, eso cambió y lo último sí comenzó a suceder con bastante fuerza, siempre de la mano de inversiones públicas clave como las nuevas autopistas. Más acá en el tiempo siguió sucediendo: de la expansión total de la mancha urbana del AMBA entre 2006 y 2016, casi la mitad (un 55% si se toman en cuenta sólo usos residenciales) corresponde a barrios cerrados. 

El aspiracional de los sectores de ingresos altos en Argentina -sobre todo en el período 1975-2000- era construir algo parecido a los suburbios norteamericanos de los que te hablé antes, aunque con instalaciones de uso exclusivo, amurallados y con seguridad las 24 horas. Seguridad, espacio verde de calidad y otros elementos que la Capital y otros centros urbanos habían dejado de ofrecer gradualmente. 

Durante esos mismos años, la desindustrialización, el desempleo creciente, la dolarización del mercado inmobiliario y la política de erradicación de villas en la Ciudad de Buenos Aires, entre otros factores, dio lugar a una densificación del conurbano por parte de familias de ingresos medios-bajos que buscaban opciones de vivienda accesible formal e informal. Al mismo tiempo que se daba un boom de construcción de barrios cerrados, aparecían o crecían villas y asentamientos. 

En síntesis, se podría decir que se generó una mancha urbana fragmentada en términos socio-territoriales ya que tanto por arriba como por abajo, la ciudad ya no satisfacía muchas de las demandas de su población. No es casualidad que entre el censo de 1947 y el de 2010 el conurbano bonaerense haya pasado de albergar aproximadamente a 4 millones de habitantes a 10 millones y la Capital siempre se haya mantenido en menos de 3 millones.

El hilo conductor      

Volviendo a la coyuntura, la semana pasada la policía desalojó a las familias que aún quedaban en la toma de Guernica. El operativo se dio luego de que el juez Rizzo y el fiscal Condomí Alcorta no otorgaran una nueva prórroga a la Provincia de Buenos Aires para seguir negociando soluciones transitorias a quienes se habían asentado sobre tierras en desuso y con deudas impositivas.

Hace un par de entregas, algo esperanzado con que el desenlace fuese sin violencia, te escribí sobre lo que une la toma de tierras con los barrios cerrados: el uso del suelo urbano. 

Como te conté otras veces, el uso del suelo que hacen las urbanizaciones cerradas es poco eficiente y genera, por sus propias condiciones, problemas de distinto tipo. Ambientales, porque avanzan sobre humedales y superficies absorbentes produciendo inundaciones en zonas aledañas; financieros, porque el Estado tiene que invertir en infraestructura y servicios para llegar más lejos y a menos familias; y de segregación social, porque se pierde la mixtura social típica de una trama urbana consolidada.

Días antes del desalojo, Cristian Girard, el Director Ejecutivo de ARBA (la agencia de recaudación de impuestos de PBA), dio a conocer que un cuarto de los casi 900 barrios cerrados no pagan los impuestos que les corresponden, ocasionando una pérdida de recursos que se estima en 1.500 millones de pesos. Es una conducta habitual de los desarrolladores: dilatar la presentación de los planos y autorizaciones municipales lo más posible para evitar ser valuados como “tierra country” por la que tienen que pagar un impuesto mucho más alto.

El lunes Axel Kicillof creó la Unidad de Tierra, Vivienda y Hábitat con la que prometió abordar el tema de manera estructural y a largo plazo, identificando tierras fiscales urbanizables para dar soluciones habitacionales como lotes con servicios. 

En esa tónica es imposible no hacer algunas cuentas que vuelven a vincular la irregularidad de los barrios privados con las tomas de tierras. 

Con los 1.500 millones de pesos que el Estado provincial deja de recaudar en un año por las irregularidades en los countries, se podrían haber entregado alrededor de 3.000 lotes con servicios, una de las soluciones habitacionales que genera Procrear y también la Provincia. Ese número más que duplica a las familias que ocuparon el predio de Guernica.    

Bonus tracks

  • El fin de semana pasado se hizo una caravana para pedir que no se vendan los predios linderos a la costanera norte porteña para hacer vivienda de lujo. Se escribieron algunos artículos que me gustaron. Este de Nadia Luna para El Gato y la Caja, este de Eyal Weintraub para Infobae y este de Luciana de la Serna para Perfil. No te olvides que todavía estás a tiempo de anotarte en la Audiencia Pública del 27/11 previa a la segunda lectura del proyecto de rezonificación de Costa Salguero. Es abierta y promete picarse (?).
  • El gobierno porteño anunció que el servicio público de bicicletas EcoBici va a dejar de ser gratuito los fines de semana mientras que para turistas y extranjeros será pago todos los días. Como la ley establece su gratuidad el cambio tiene que pasar por la Legislatura. El tiempo de uso gratuito ya había sido reducido a media hora, lo que era un arancelamiento solapado. Juanjo Méndez, responsable de la cartera de Transporte, había prometido que se llegaría a cubrir todo el territorio porteño con 400 estaciones y 4.000 bicicletas disponibles. Ninguna de las dos cosas estuvieron cerca de suceder. Lo que te prometo yo es un análisis más profundo del tema para dentro de dos semanas.

Eso es todo por hoy, amigue. Espero que hayas disfrutado leer estas líneas tanto como yo disfruté escribirlas.

Que tengas un lindo fin de semana.

Abrazos,

Fer

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Escribo sobre temas urbanos. Vivienda, transporte, infraestructura y espacio público son los ejes principales de mi trabajo. Estudié Sociología en la UBA y cursé maestrías en Sociología Económica (UNSAM) y en Ciudades (The New School, Nueva York). Bostero de Román, en mis ratos libres juego a la pelota con amigos. Siempre tengo ganas de hacer un asado.