La violencia en todas sus formas

La reactivación del conflicto entre Israel y Palestina tiene demasiado peso. En esta entrega la propuesta es que nos enfoquemos en Medio Oriente.

Hola, ¿cómo estás? Por acá, más o menos. 

La semana pasada me resultó demoledora. Pienso por qué tanto. No tiene que ver con la velocidad de las cosas. Los periodistas estamos habituados a que el conflicto escale rápido y nos obligue a correr detrás de la historia. Puede pasar que la distancia amortigüe la empatía, la capacidad de identificarse con el dolor ajeno. Mirá esto. Por suerte, a mí no me pasa.

La semana pasada no me dejó cansada, me dejó abatida, sin ánimo. Y eso tiene que ver con el sentimiento de identificación con los otros. Las imágenes de la agresividad entre civiles, la represión policial contra palestinos, los lichamientos, los bombardeos, las persecuciones y apedreos entre árabes e israelíes en las calles de Lod, las corridas en Tel Aviv, Gaza o Jerusalén Este son devastadoras. Podría enlazar varios videos pero prefiero no hacerlo. 

El viernes a la noche, Sandra Borda, profesora de la Universidad de los Andes, escribió: “Se agotó la semana y con ella la pequeña dosis de esperanza que me quedaba”. Hablaba de Colombia –donde las manifestaciones continúan y ya suman casi medio centenar de muertos– pero aplica a todo. No sé si alguien en su sano juicio puede seguir estas historias como si nada. Dudo que, a los lectores de este newsletter, la indignación y el dolor de los otros les resulte indiferente. Por eso leen estas líneas, porque quieren entender esas noticias que también nos causan tristeza aunque sean a miles de kilómetros de distancia.

Hecha esta confesión, comienzo. 

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

La reactivación del conflicto entre Israel y Palestina tiene demasiado peso. Por eso, la propuesta de esta entrega es que nos enfoquemos en Medio Oriente. Tomaré un ángulo de los múltiples que hacen al conflicto: la violencia desatada entre vecinos palestinos e israelíes en las ciudades mixtas o ciudades palestinas dentro de Israel. También te recomendaré algunas lecturas, cuentas y películas para que puedas avanzar por tu cuenta, en el caso que quieras ampliar el contexto. 

La violencia en todas sus formas

Es mucha la información de estos días. Si te perdiste, tenés que saber que Israel avanzó con más ataques aéreos que van mucho más allá de los objetivos de Hamas en Gaza. Por otro lado, militantes palestinos dispararon desde Gaza miles de cohetes que llegaron hasta el interior de Israel. Ya son más de 3.000 en una semana. El número de muertos es, hasta el momento, de 197 palestinos y 10 israelíes. Además, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron que bombardearon la casa de Yahya Sinwar, líder de Hamas desde 2017, en el sur de Gaza. Esto puede complicar aún más las cosas.

Para los especialistas en Medio Oriente, existe un elemento distintivo de esta última etapa del conflicto: el nivel de violencia desatada entre vecinos árabes y judíos que viven en las «ciudades mixtas», también llamadas «ciudades palestinas dentro de Israel». A estos choques violentos entre civiles se suma también la represión policial que suele apuntar solo a uno de los lados. Hay algunos que la llaman «guerra civil» mientras otros los denominan «crímenes de lesa humanidad de apartheid y persecución» contra los palestinos. 

Avancemos con esto.

Carolina Bracco, doctora en Culturas Árabe y Hebrea, profesora en la Universidad de Buenos Aires, me cuenta que cuando se creó el Estado de Israel, en 1948, unos 150.000 palestinos que lograron sobrevivir al exterminio y la expulsión se quedaron en sus ciudades. Ellos son los que integran la población árabe en Israel. Son conocidos comos “isralíes no-judíos, una identidad que parte de una negación”.

Esta población vivió bajo ley marcial durante casi 20 años, hasta 1966. Durante ese tiempo, según me explica Carolina, se convirtieron en una especie de ciudadanos de segunda, con menos derechos que los israelíes judíos. “Desde el Estado se los continuó segregando porque siempre fueron vistos como una amenaza demográfica y política para Israel”.

En este momento existen un millón y medio de palestinos que representan la quinta parte de la población de Israel. La mayoría de ellos son musulmanes. La diferencia que tienen estos palestinos con aquellos que viven en alguno de los otros territorios ocupados por Israel es que, en este caso, Israel les da un reconocimiento hacia afuera como ciudadanos de un Estado, cosa que los otros palestinos no tienen.

La semana pasada vimos cómo cientos de ciudadanos judíos y árabes se enfrentaron en la peor violencia en décadas: incendiaron casas, apedrearon y sacaron a la gente de sus autos y les pegaron hasta dejarlos inconcientes. Las imágenes están por todos lados y son brutales. 

Para Carolina, la violencia responde a un sistema de discriminación estructural que, durante años, buscó crear “una ilusión de buenos vecinos cuando los palestinos siempre estuvieron en condiciones de inferiodidad y discriminación frente a los judíos en Israel”. 

El presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, dijo que a los enfrentamientos civiles de los últimos días solo podemos calificarlo de “guerra civil”. Benjamín Netanyahu también salió a decir que “nada justifica los linchamientos entre judíos y árabes”. Mientras que, dirigentes palestinos dijeron que hablar de guerra civil no es correcto porque lo que se está viviendo es la brutalidad policial contra los manifestantes palestinos y las acciones provocadoras por grupos de nacionalistas israelíes de ultraderecha.

Para Carolina, “la exclusión de los ciudadanos palestinos se concreta porque el Estado de Israel se autodenomina una nación judía. A partir de ahí, en todas las instituciones públicas, como las escuelas, existen marcadas diferencias entre judíos y árabes”.

El centro de la atención estuvo en Lod, una ciudad israelí ubicada a 15 kilómetros al sur de Tel Aviv, donde un tercio de la población es árabe. El alcalde llegó a decir en televisión que habían «perdido completamente el control de la ciudad y que en las calles se está viviendo una guerra civil entre árabes y judíos». 

Le pregunté a Carolina por qué no se ven muchas mujeres en las imágenes que nos llegan de las protestas: “Históricamente ha habido violencia de género desde el Ejército de Israel hacia mujeres palestinas, quizás por eso se vean menos”, pero que suelen ocupar un lugar importante en la defensa de su causa.

Según Carolina, los palestinos están convocando a un paro general en las principales ciudades palestinas dentro de Israel para hoy y para mañana: “Habrá que ver si eso incrementa o no la espiral de violencia”.

Para leer

Esta nota de Patrick Kingsley, publicada en New York Times, reconstruye lo que pasó la última semana. Identifica el momento en que los protagonistas de esta historia dan el salto de las protestas a los bombardeos.

También siempre es bueno leer las notas de opinión del medio Haaretz para entender qué están debatiendo los sectores de centro y progresistas israelíes. Esta nota de Adam Raz plantea los motivos por los cuales una escalada del conflicto beneficiaría tanto a Netanyahu como Hamas.

Foreign Policy viene publicando una serie de artículos en los que se discute qué papel debería jugar Estados Unidos en este problema y cuánto margen de maniobra tiene Joe Biden. Este ángulo de la noticia está siendo cubierto con mucho interés por ese medio porque refleja un debate que se está dando al interior del partido Demócrata. 

En los medios argentinos, Le Monde Diplomatique recuperó una nota del francés David Amsellem y la revista Nueva Sociedad publicó este artículo del periodista especializado en Medio Oriente, Ezequiel Kopel.

Existen varios libros sobre el tema, la mayoría en inglés, pero en Argentina tenemos dos muy buenos escritos por periodistas que siguen el tema:

  • El conflicto palestino-israelí, de Pedro Brieger, un clásico. Si bien tiene varios años, fue reeditado en 2020, en una nueva versión ampliada y actualizada. Recomiendo como lectura introductoria al tema.
  • Medio Oriente, lugar común, de Ezequiel Kopel. Este libro, publicado a fines del año pasado, revisa alguno de los principales mitos sobre la región y cuenta con un capítulo dedicado al conflicto palestino-israelí. 

Brieger y Kopel estarán dando una charla, que moderará José Natanson, para Le Monde Diplomatique, con las claves de lectura sobre el tema. Es el miércoles que viene a las 16:00, se pueden inscribir acá

Para ver

Si tenés algo de tiempo, mirá The Present. Un corto de ficción nominado al Oscar, dirigido por Farah Nabulsi, que no dura más de media hora. Es una historia mínima sobre la cotidianeidad de una familia palestina que vive en Cisjordania. Una manera simple de humanizar el conflicto.

También está bueno seguir el trabajo que están haciendo los corresponsales (¡mirá esto!)  y fotoperiodistas en el lugar. Mahmud Hams, de la agencia AFP, registró el instante previo al momento en que una bomba impacta en el edificio desde el cual funcionaban varias de las principales agencias internacionales de noticias.

Estas fotos de Amir Cohen y de Said Khatib, como de tantos otros, si no fueran terribles serían hermosas.

Y, por último, una imagen que retoma el video que te compartí al comienzo. La foto la sacó Mohammed Salem y se ve a una nena palestina, de seis años, en el momento en que está siendo rescatada, con vida, de los escombros después de más de 20 horas.

Termino con esta imagen como un aliciente para renovar la pequeña dosis de esperanza que necesitamos para empezar cada semana. 

Un abrazo,

Ayelén

PD: Si tenés ganas, podés colaborar con Cenital para que sigamos haciendo periodismo.

Soy periodista especializada en política internacional. Estudié Ciencia Política (UBA) y tengo un máster en Periodismo (UTDT). Viví un tiempo en Caracas, Madrid y Londres. Co-conduzco la Edición Internacional del noticiero de TV Pública y soy columnista en la semana en la Edición Central. Produzco y conduzco el podcast de análisis político de la revista Nueva Sociedad y escribo en distintos medios como Le Monde Diplomatique. Tengo tres obsesiones políticas: Bolivia, Brasil y Venezuela.