¿Qué se puede esperar de la variante Delta en Argentina?

Un repaso por lo que está pasando con este virus en otros países del mundo para, a partir de eso, intentar proyectar qué es lo que podría pasar a nivel local en los próximos meses.

Desde que empezaron a circular las imágenes del desastre que provocaba en la India la variante Delta del coronavirus, los pronósticos catastrofistas para todo el mundo se multiplicaron, alimentados por noticias que mostraban una supuesta pérdida de eficacia de las vacunas. El mundo auspicioso que habíamos empezado a avizorar con la llegada de muchas y muy buenas vacunas después de un año y medio de pandemia empezó a derrumbarse de manera vertiginosa, mientras se iba instalando, en el discurso público, la idea de que, donde Delta entra, la cosa vuelve a empezar de cero.

Como estamos en desacuerdo con esa imagen, lo que vamos a tratar de hacer en esta nota es revisar qué es lo que está pasando con Delta en otros países del mundo y, a partir de eso, proyectar qué es lo que podría pasar en Argentina en los próximos meses, para ayudar a transitar lo que se viene con un poco más de calma. Lo que esperamos que se lleven quienes lean es una opinión fundada de por qué Delta está lejísimos de ser la mayor tragedia que vivimos en esta pandemia y la certeza de que no volvimos a cero, ni mucho menos. 

¿Funcionan las vacunas contra Delta?

Empecemos señalando un par de puntos malos, porque tampoco vamos a decir que la noticia de la aparición de Delta sea buena: a esta altura no hay ninguna duda de que se trata de la variante del SARS-CoV-2 más contagiosa detectada hasta ahora. Donde llega, desplaza a las demás variantes de manera bastante rápida, aunque todavía este proceso parece demorado en América Latina. Por si fuera poco, está asociada a un mayor riesgo de hospitalización: en 2020 o principios de 2021, Delta en Argentina habría significado una catástrofe total. 

La diferencia clave entre 2020 y hoy son las vacunas, pero, como dijimos al principio, parte del pánico generado por Delta viene de la pérdida de efectividad de vacunas. En particular, hubo un dato que generó desesperación, cuando Israel anunció que Pfizer tenía una eficacia de apenas 39% para prevenir infección contra la nueva variante. Hoy sabemos con bastante certeza que, aunque el dato de Israel es exagerado, hay pérdida de efectividad de todas las vacunas para prevenir infección y enfermedad sintomática por Delta. Según los datos de Public Health England, que monitorea la efectividad de las vacunas en Reino Unido semana a semana (Pfizer y AstraZeneca) y que tiene unos datos epidemiológicos espectaculares, la prevención contra enfermedad sintomática cae tanto con una como con dos dosis: de 49% a 35% con una y de 89% a 79% con dos. 

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¿Por qué no logra frenar las infecciones o detener por completo el desarrollo de la enfermedad? Porque lo que hacen las vacunas es brindar inmunidad: no son una barrera para que el virus no entre sino para que no se reproduzca lo suficiente como para desarrollar la enfermedad, particularmente en sus formas graves.

Por eso, lo esperable es que, si el virus es más contagioso, como Delta, y efectivamente logra entrar en el cuerpo, la enfermedad se desarrolle igual pero sea leve, porque la inmunidad ya estaba preparada por la vacuna para reaccionar contra el virus real. Aquellos pocos que no desarrollaron buena respuesta inmune cuando se vacunaron (porque, por ejemplo, están inmunosuprimidos) podrían terminar hospitalizados, pero, como se ve en todos lados, es un porcentaje muy menor de los vacunados. Ya vamos a volver sobre esto. 

Hoy no hay dudas de que la defensa contra muerte y hospitalización es lo más importante, porque sabemos que el virus no desaparecerá al menos en el corto plazo: haría falta un esfuerzo simultáneo y mancomunado mundial insostenible, especialmente si se tiene en cuenta que hay países que están dando terceras dosis mientras que otros no recibieron vacunas ni para el 10 % de su población vulnerable, y que es un virus que infecta a otras especies además de los humanos. 

Por eso, más importante que la efectividad contra enfermedad sintomática es lo que se observa en el gráfico de acá abajo, que muestra datos del Public Health England. A la izquierda se visualiza la efectividad contra enfermedad sintomática. A la derecha está representada la efectividad contra hospitalización. Como se ve, esta última ya es muy alta con una sola dosis (alrededor del 80%) y es un poco más alta con dos (arriba del 90%).

Efectividad contra síntomas y contra hospitalización de vacunas en Inglaterra. 

Las otras vacunas que se dan masivamente en Argentina son Sputnik y Sinopharm, de las que por ahora tenemos menos datos. Pero hay buenos indicios de que son igual de buenas para prevenir hospitalizaciones y muertes por la variante Delta. La monodosis Johnson & Johnson, esencialmente idéntica en su diseño al primer componente de Sputnik, mostró en un importante estudio en Sudáfrica una efectividad del 71% contra hospitalizaciones y del 96% contra muerte. Resultados muy similares se encontraron en San Petersburgo con las dos dosis de Sputnik, en un trabajo que puede leerse acá: 81% contra hospitalizaciones.  Sobre Sinopharm, un estudio de hace una semana sobre un brote en la provincia de Guangdong mostró que con las dos dosis de esas vacunas, que son a virus inactivado, la efectividad es de 60% contra enfermedad sintomática y del 100% contra enfermedad severa.  

Estos datos son muy alentadores: si el virus no se erradica, lo mejor que podemos esperar es que no sea una enfermedad grave para quienes se contagian. En este sentido, puede ser interesante ver qué pasa con Delta ahora en lugares que han vacunado masivamente a su población, para pensar qué podría pasar en Argentina. 

Delta en el resto del mundo

Tomemos, de nuevo, el ejemplo de Reino Unido, donde Delta es mayoritaria desde finales de mayo. Se trata de un caso que resulta particularmente interesante para la comparación porque Argentina espejó su táctica de vacunación, demorando la segunda dosis y aplicando primeras dosis a la mayor cantidad de gente posible (lo que ya va dando muestra de ser una táctica mejor que la de dar la segunda dosis a los 20 días -al menos en vacunas adenovirales y de ARN-).

En su primera ola, Reino Unido tuvo 41.274 muertos en 180 días (229 promedio por día). Luego tuvo 33.850 en la segunda (156 días, 217 por día), 52.908 en la tercera por la variante Alpha (147 días, 360 por día)  y 5021 en lo que va de la ola por la variante Delta (93 días, 54 por día). La de Delta es, por lejos, la ola menos letal de todas las que sufrió: gracias a las vacunas. 

Olas en Reino Unido: casos diarios y muertes.

Como era esperable, Reino Unido tuvo muchísimos casos (además, porque testea muchísimo) pero prácticamente aplastó la curva de muertes y hospitalizaciones. Y no es un bicho raro en el concierto de los países con alta tasa de vacunación: es lo que se observa en todos los países europeos o incluso en estados con alta tasa de vacunación en EEUU. Muchos casos confirmados (incluso en algunos países, como Noruega, por encima de las olas anteriores), pocos muertos. 

Olas en Noruega
Olas en Francia
Olas en Holanda
Olas en Italia

Entonces, ¿dónde es devastadora la Delta? A esta altura, no hay demasiadas dudas: donde había pocos vacunados cuando entró. A diferencia de los países que mostramos más arriba, en los cuales la curva de casos y la de muertes se desacoplan, en los países con pocos vacunados van de la mano. Y estas son solamente las muertes confirmadas como muertes COVID: si se toma en consideración el exceso de muertes, el panorama es mucho más dramático. Solamente en el mes de julio, Rusia tuvo un exceso de 64 mil muertes, aunque las muertes confirmadas fueron algo más de 21 mil.  


Olas en Rusia
Olas en Malasia
Olas en Indonesia
Olas en India

El único caso que parece escapar un poco de esta lógica es el de Israel, sobre el que tendremos que indagar un poco más en otro momento. Sin embargo, tenemos que tener en claro una cosa: la pandemia post-vacunación masiva es, principalmente, un problema de los no vacunados. En los mayores de 60 años de Israel, 17 de cada 100.000 vacunados con dos dosis está cursando enfermedad grave de coronavirus. En los vacunados con una dosis, 40 de cada 100.000. En los no vacunados, la cifra se multiplica: hay 282 casos graves cada 100.000 habitantes. Y aún allí, la ola de Delta en muertos está muy por detrás de la de Alpha, con más movilidad. 

Casos y muertos en Israel. 
Movilidad en Israel. 

Porque ese es otro punto importante para dimensionar toda la situación: las olas de Delta se dan en todos los países con mucha más movilidad (y, es de suponer, muchas menos restricciones y cuidados), que todas las anteriores. La movilidad en Reino Unido, por ejemplo, es la máxima desde que empezó la pandemia. Incluso en Argentina, donde aún Delta no domina, la baja de casos es contemporánea con una movilidad que ya está a niveles pre-pandémicos. 

Movilidad en Argentina

Otra cosa que se ve es que tanto en los lugares más vacunados como en los menos, el grueso de las hospitalizaciones y las muertes son entre no vacunados. Digámoslo claro: si todos los que tuvieron acceso a vacunarse en Reino Unido o Francia se hubiesen vacunado, la curva roja de muertes de abajo se vería aún más plana de lo que se ve. 

Solo por poner un par de ejemplos: en Francia, entre el 9 y el 15 de agosto, ya en plena ola Delta, el 78% de las muertes y el 79% de las hospitalizaciones fueron entre no vacunados. En Los Ángeles, Estados Unidos, la cosa se ve así. 

Los Ángeles

 

La pregunta clave, entonces, es cómo recibe Argentina a Delta. ¿Más parecido a Reino Unido, Francia y Noruega, los países que pilotean la ola con muchos casos y pocos muertos, o a Ucrania y Rusia, con muchos casos y muchos muertos? Argentina tiene a todos los grupos etarios de más riesgo, a partir de los 40 años, con alrededor del 90% de cobertura con al menos una dosis con vacunas que son muy eficaces para muertes y hospitalizaciones (incluso con una dosis). 

Avance de la vacunación en Argentina con una y dos dosis

En particular entre los mayores de 50, que representan más del 90% de todas las muertes COVID en Argentina, el 73% ya recibió las dos dosis, y se está avanzando muy rápido en completar esquemas. 

Fallecidos y avance de la vacunación por grupo etario

Una manera interesante de comparar la situación argentina con otras es ver cuántos vacunados había en cada país que ya sufrió olas Delta cuando esta variante llegó a representar el 50% de los casos (una situación en la que Argentina aún no está ni por asomo). Argentina tiene ya con una dosis más vacunados que los que tenían Reino Unido, Francia, Italia o Alemania cuando Delta representó el 50% de los casos. Y todavía tenemos tiempo para que la vacunación siga avanzando. 

Argentina en comparación con las vacunaciones de otros países

Si Delta va a predominar, y lo más probable parece ser que lo haga, lo esperable, por todos los datos que venimos señalando, sería que una nueva ola venga con muchos casos y relativamente pocas hospitalizaciones y muertes, particularmente entre vacunados. Por eso es tan importante que TODOS se vacunen. 

Delta en las escuelas

Llegamos así al punto más polémico: las escuelas. Antes de meternos en este tema, quisiéramos dejar algo establecido: obviamente toda muerte, y particularmente toda muerte pediátrica, duele infinitamente, como duelen las internaciones. Pero lo que pretendemos es que estas reflexiones les sirvan a quienes las lean para evaluar racionalmente riesgos, actuar con información y manejar mejor los propios miedos. Porque una cosa con la que tendremos que lidiar los próximos meses, incluso tal vez los próximos años, es con el manejo del miedo luego de un par de años terribles.

Arranquemos, de nuevo, por lo malo: sabemos que Delta va a circular en las escuelas como circularon todas las demás variantes. Y, como es más contagiosa, más chicos y chicas se van a contagiar -especialmente si no se respeta la distancia, si no se ventila y si no se usan barbijos-, y de las escuelas el virus irá a las casas. Esto fue siempre así: lamentablemente, el virus no se queda en las puertas de las escuelas y los chicos no son inmunes a él. Por eso insistimos tanto en su momento con que las escuelas abiertas representaban un gran peligro cuando había alta circulación viral y no había vacunas.

Pero no era lo mismo llevar el virus a las casas en 2020 que ahora, sencillamente porque padres, madres y abuelxs que se quisieron vacunar, están vacunadxs con vacunas muy buenas, que además de bajar significativamente las chances de contagiarse previenen fuertemente hospitalizaciones y muertes, incluso con una dosis. 

En los últimos días, empezaron a salir por todos lados ejemplos de récords de internaciones pediátricas por coronavirus en diversos lugares del mundo. Y era absolutamente previsible que esto ocurriera cuando chicos y chicas volvieran a las actividades después de tanto tiempo de encierro: salen, tienen contactos y se contagian esta y otras enfermedades respiratorias mucho más que lo que lo hicieron en 2020, que se lo pasaron en casa (no por la gravedad del virus para ellos sino para sus familias y para el resto de la comunidad).

Uno de los ejemplos que se ha esgrimido para testimoniar el riesgo para niños y niñas es el de Escocia, que hizo pico de internaciones pediátricas con COVID hace unas semanas, con 25 internaciones semanales. Es un ejemplo interesante para ver por qué un récord en sí mismo no es necesariamente motivo de alarma. Tres puntos importantes: primero, Escocia cuenta como internaciones COVID aquellas en las que el test da positivo, aunque la causa de la internación no sea COVID. Segundo, aun si fueran todas por COVID, 25 internaciones semanales no parece una cifra alarmante: solamente en niños de 0-2 años y solo por bronquiolitis, Escocia tiene entre 200 y 300 internaciones semanales en sus picos de invierno.

Bronquiolitis en Escocia

Y tercero, que de las 8144 muertes que reporta Escocia por coronavirus, apenas tres fueron en menores de quince años. Insistimos: toda muerte pediátrica duele, pero tampoco parece una cifra alarmante como para detener el mundo o dejar de mandar a los chicos a las escuelas en un contexto de alta vacunación. Desde marzo, en Escocia, no hubo ni una muerte en menores de 14 años por coronavirus. O sea: ni una sola muerte pediátrica con Delta, según su monitor público de vacunación. 

En línea con esto, la responsable de la cartera de educación escocesa informó que habrá nuevas reglas para el aislamiento de contactos estrechos en escuelas debido al éxito de la campaña de vacunación y a la evidencia del coronavirus en niños. El nuevo objetivo será identificar y aislar únicamente a los contactos de alto riesgo para evitar los problemas a nivel educativo que genera el aislamiento de todos los contactos, que hoy son más de 32.000.

El segundo ejemplo es el de Estados Unidos, donde a nivel nacional se registra también récord de internaciones pediátricas por coronavirus (que, como dijimos, es lo esperable para este grupo etario, que aún no está vacunado y está retomando sus actividades). 

Nuevamente, para poner en perspectiva: según el CDC, cada año se internan cerca de 60.000 niños menores de 5 años en Estados Unidos por virus sincicial respiratorio. Por coronavirus, desde abril del año pasado hasta agosto de este, hubo algo más de 19000 hospitalizaciones, considerando a todos los menores de 18 años. 

Y esto es muy importante: el problema central no es ni fue nunca si COVID es una enfermedad grave o no para lxs chicxs. No lo era y sigue sin serlo. El problema, a partir de que hubo suficiente evidencia sobre cómo este virus afectaba a los más pequeños, fue lo que podían implicar las escuelas abiertas para la transmisión comunitaria del virus. Lo que se sabe hace mucho, pero se corrobora ahora con mayor claridad que nunca, es que los chicos se contagian y contagian el virus a los adultos de manera efectiva y por eso ningún país adoptó una política de escuelas abiertas con alta circulación del virus, sencillamente porque era una masacre para los adultos.

Pero, para tomar decisiones informadas, padres y madres tienen que saber que, en niños, esta es una enfermedad muchísimo menos grave que otras varias enfermedades que circulan habitualmente y por las que no se toma ningún recaudo particular. Para poner en perspectiva local, en los picos invernales se registran en Argentina 7500 hospitalizaciones pediátricas por mes solamente por bronquiolitis y solamente en menores de 5 años.  

Entonces… ¿abandonamos cuidados?

La respuesta es tajante: no. Que ahora estemos mejor y que el COVID no sea en general una enfermedad grave para niñxs no implica que consideremos que sea el momento de abandonar cuidados elementales en las escuelas, sobre todo porque estamos muy cerca de empezar a vacunar a la población pediátrica y de completar los esquemas de todos los que tienen más riesgo de morir por COVID. 

En particular, los medidores de CO2 constituyen una enorme herramienta para minimizar riesgos de contagios de enfermedades que se transmiten por aerosoles (incluso no COVID). Lo mismo ocurre con los barbijos. Mantener las burbujas puede contribuir a minimizar los días de suspensión de presencialidad por aislamiento de casos sospechosos, que son muchísimos porque hay muchos otros virus circulando (sincicial, por ejemplo).

Pero el argumento para mantener los cuidados en escuelas no debería ser que el COVID es grave en niñxs, porque objetivamente no lo es y no ayuda a madres y padres a evaluar razonablemente riesgos y a lidiar con la angustia. Multiplicar las noticias sobre los récord de hospitalizaciones pediátricas en los países que empezaron a salir a la vida después de un año de encierro hace sentir culpables e intranquilos, de manera injusta y poco razonable, a quienes mandan a sus hijos a escuelas y jardines.

 El mejor argumento que tenemos quienes creemos que hay que preservar los cuidados al menos un par de meses es que es la única manera de garantizar una mayor presencialidad, evitando lo más que se puedan las suspensiones de clases y controlando los casos (no solo de COVID sino de otras respiratorias) hasta que la población pediátrica esté vacunada y la mayor cantidad posible de adultos con las dos dosis. 

Esto es, por ahora, todo lo que teníamos para decir. Esperamos que sirva para bajar un poco los niveles de ansiedad y angustia y manejar el miedo un poco más razonablemente. Porque, aunque a veces se nos nuble el pensamiento, estamos saliendo de esta pesadilla y creemos que la mejor manera de vivir estos tiempos es con espíritu cauto pero esperanzado.

Fuentes: 

Todos los gráficos cuya fuente no se explicita fueron elaborados por Santiago Olszevicki en base a la información del sitio Ourworldindata.com, que recopila los datos oficiales de casi todos los países del mundo. Aquellos que reflejan información de Argentina se nutren del registro desagregado de vacunación del Ministerio de Salud de la Nación y la proyección de población de INDEC para el año 2020. Toda la información fue actualizada al día 02/09/2021.

Una síntesis sobre variantes del coronavirus 

Sobre efectividad de las vacunas: 

Astra Zeneca y Pfizer en Reino Unido

Sinopharm

Johnson&Johnson

Sputnik V

Sobre la vacunación en Argentina 

Sobre hospitalizaciones en Los Ángeles

Sobre bronquiolitis en Escocia

Sobre posible cambio de estrategia de contact tracing en escuelas de Escocia 

Sobre indicadores de la pandemia en Israel

Agradecemos la lectura atenta y crítica de Ernesto Resnik, Juan Manuel Carballeda y Florencia Molinas. 

*Santiago Olszevicki es bioquímico UBA y analista de datos.

*Nicolás Olszevicki es comunicador de ciencia y director de Comunicación en la Comisión de Investigaciones Científicas (PBA).