Tú qué vas a saber si tú no sangras una vez al mes

Presento algunos de los mecanismos de producción de ignorancia a través de noticias sobre mi objeto de estudio: la menstruación.

Holis, ¿cómo andás? ¿Ya te espabilaste después del feriado XL? A mí me costó tomármelo, la última de mayo es una semana de mucha actividad en mi vida. El 28 es el Día Mundial de la Salud Menstrual. Y si bien 1 de cada 4 cartas que te mandé las escribí menstruando, no es esa la acumulación de actividad a la que me refiero. A esta altura de nuestra relación creo que llegó la hora de que sepas un poco más sobre cómo participo de la actividad científica.

Por si no te acordás, te suscribiste hace poco o lo quisiste negar (?) empiezo por el principio: entre 2015 y 2018 cursé el Doctorado en Historia y Epistemología de la Ciencia en UNTREF y desde entonces atesoro en mi escritorio un archivo vacío titulado “tesis” ¿El tema? Aún hay que definirlo mejor, pero será algún tipo de análisis acerca de los anticonceptivos orales que suprimen el sangrado.

Como te imaginarás, o sabrás por experiencia propia, una no llega al tema de tesis así como quién no quiere la cosa, sino que elige esta instancia para profundizar sobre algo que viene trabajando. En mi caso, las narrativas científicas sobre la menstruación, algo que empecé a explorar más o menos al mismo tiempo que comencé el doctorado.

Entre las muchas cosas que sucedieron estos años de intenso activismo menstrual, hay una que me encanta y que creo que es la más adecuada para darte una idea de qué hago cuando intervengo en la tarea científica. 

Resulta que, hace unos años, me crucé con este paper de Nancy Tuana que me introdujo a una idea que me resultó completamente esclarecedora: así como el conocimiento se produce, la ignorancia también. 

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Yo venía de años de observar cómo las ciencias médicas y biológicas dejaban de lado la menstruación o producían conocimiento inadecuado y sólo podía atribuirlo a sesgos sexistas, esto de que los varones son la medida de todas las cosas y que lo que no los afecta es considerado marginal. Y si bien ésta es una perspectiva valiosa que no dejé de lado para nada, pensar que el desconocimiento sobre la menstruación no es solo una falla en el conocimiento, sino también una producción sistemática de ignorancia, me dio una nueva mirada y más herramientas de acción.

Así que hoy, aprovechando que las novedades sobre la pandemia no aportarán nada novedoso para hacer dado que la gravedad de la situación sanitaria requiere que estabilicemos las medidas de cuidado y,  sobre la efeméride de mañana, vengo a presentarte algunos de los mecanismos de producción de ignorancia identificados por Tuana a través de noticias sobre mi objeto de estudio: la menstruación.

Bailo tango con una pistola: saber que no se sabe y que no importe

La cosa es así: hubo mucha gente que contó en redes sociales que poco después de vacunarse contra la COVID observó cambios en el ciclo menstrual. ¿Los más comunes? Que el sangrado apareciera antes de lo esperado, que fuera más abundante, que fuera más doloroso.

En este post, la ginecóloga Jen Gunter analiza la cuestión con bastante detalle. Dice Gunter: “Imaginate no saber que la fiebre puede ser un efecto secundario, te podrías preocupar cuando lo que estás experimentando es algo esperable. Lo mismo pasa con las irregularidades en la menstruación”.

Primero lo primero: Gunter señala que el motivo para tener en cuenta estos reportes no es la posibilidad de que las vacunas dañen el útero, sino que los posibles efectos secundarios deben ser informados con anterioridad a la inoculación.

A lo largo de su artículo, la médica busca información sobre menstruación y vacunas. Resumiendo, lo que encuentra está relacionado con la vacuna del VPH, es escaso y no es concluyente, pero entre los efectos que lista no se encuentran ni abortos espontáneos ni infertilidad, cosa que aparecería si la vacuna estuviera dañando los órganos.

Vamos entonces con las hipótesis: “Creo que el mecanismo más probable para explicar que el sangrado aparezca a los pocos días de administrar la vacuna es un impacto en el revestimiento del útero (endometrio), ya que el endometrio es parte del sistema inmunológico. El endometrio está involucrado en el mantenimiento del microbioma del útero (sí, hay uno), en la defensa contra agresiones infecciosas, en la menstruación, así como en las complejas interacciones del sistema inmunitario necesarias para la implantación del embrión y el desarrollo temprano de la placenta”.

¿Y a qué quiere llegar con todo esto, señora? ¿Por qué dice que esto es un caso de algo que no se sabe ni importa que no se sepa? Bueno, porque Gunter les escribió a las empresas productoras de vacunas de COVID preguntándoles si en los ensayos habían preguntado por la menstruación y justo por casualidad se habían olvidado de ponerlo en sus publicaciones y no le respondieron. En cambio, ante los efectos reportados por las usuarias, la antropóloga Kate Clancy, que hace rato estudia temas relacionados con la menstruación y tiene un podcast espectacular sobre el tema, habilitó una encuesta online para relevar las experiencias. 

¿Y esto no significaría que hay alguien que quiere saber? Señora, me marea. Sí y no. Innegablemente, la encuesta de Clancy tiene intenciones de esclarecer la cuestión, pero lo hace ante una vacancia. O sea, hoy las farmacéuticas que hacen las vacunas saben que estos reportes existen y no están eligiendo usar sus enormes recursos para saber qué onda (literalmente es, en principio, agregarle un casillero más a los cuestionarios). Con medios limitados, los resultados son limitados. Y para lograr comprobar un efecto secundario, es decir saber que existe en los términos en los que las ciencias exigen evidencia para sostener una afirmación, las hipótesis deben someterse a los estándares de la investigación clínica. De otra forma, “la ciencia” seguirá diciendo que “no se sabe” y, mientras tanto, además del potencial problema de miles de usuarias desinformadas y preocupadas generando consultas médicas en un sistema de salud saturado, tenemos el problema real de los antivacunas dando sus propias interpretaciones a los reportes y sumándolos a la lista de las razones para no vacunarse.

Pero me quedo triste y sola: saber que no se sabe y que no importe (otro ejemplo)

Acá vamos con un clásico. ¿Cuántos años tenías la primera vez que pensaste en cómo es menstruar si no tenés plata para comprar algún producto que contenga el sangrado? ¿Te imaginás yendo a la escuela durante la menstruación en esas condiciones? 

Toma dos preguntas simples saber que hay ausentismo escolar debido a la menstruación. Ahora, googleá cuánto y fijate si encontrás algún país que lo haya relevado en sus estadísticas oficiales. No es imposible, pero son muy pocos.

De esos pocos, uno es Brasil. El “Levantamento Nacional Inédito” coordinado por la antropóloga Mirian Goldemberg entrevistó mujeres de entre 16 y 29 años en todo el territorio nacional y les preguntó acerca de sus prácticas y hábitos en torno a la menstruación. Al respecto, Goldemberg comenta: «Una de cada cuatro niñas ya ha faltado a la escuela porque no pudo comprar una toalla sanitaria y no dicen que fue por eso. Se avergüenzan y tratan de ocultarlo. La falta de absorbente provoca una sensación de inseguridad. Es algo que sufren solas, como si fuera un fracaso, una vergüenza, esto es lo que más me choca».

De nuevo parece que enloquecí y que cito un ejemplo de algo que se sabe y digo que no se sabe, pero el conocimiento es particular y situado, y en Argentina no sabemos. Y no es porque nadie lo haya dicho. 

La menstruación es un tema al que cada vez se le da más importancia. Impulsada desde hace años por el activismo, que, entre otras cosas, reclama estadísticas oficiales respecto al ausentismo escolar, la agenda menstrual llegó al gobierno nacional. Ya hay provincias, como Tucumán y La Rioja, que han aprobado planes de salud menstrual que incluyen la provisión gratuita de productos de gestión menstrual, uno de los reclamos insignia del activismo en todo el mundo. De hecho, también ha habido iniciativas de estadísticas oficiales dentro de algunos programas, como la Primera Encuesta sobre Gestión Menstrual de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires y el recientemente publicado informe de Justicia Menstrual de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. En la primera, se preguntó a las 1.653 participantes si alguna vez habían faltado a la escuela o a la facultad por estar menstruando, y el 47,9% dijo que sí.

¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué decimos que no se sabe y que no importa? Porque estas iniciativas reflejan la voluntad de algunas funcionarias de hacer política pública al respecto, no una voluntad programática de hacerla. Tener estadísticas sobre ausentismo escolar a nivel nacional requiere la inclusión de la variable en las estadísticas nacionales y eso implica establecerlo como un tema importante para evaluar el sistema educativo y no como un asunto aparte. Basta con ver que la única vez que desde el Estado se preguntó sobre el tema, casi la mitad de las personas dijo que alguna vez dejó de asistir a establecimientos educativos durante la menstruación y que aún no se anunció ninguna medida para profundizar sobre ese dato.

En los anuncios e imágenes sobre iniciativas gubernamentales que abordan la menstruación se ve claro: presencia de funcionarias de todos los niveles de gobierno y de casi todas las carteras y una suma de relatos en los que cada una presenta qué es lo que pudo hacer desde su lugar, en los que una y otra vez se resalta la importancia de abordar el tema “porque hay chicas que faltan a la escuela por no poder comprar toallitas”. Sin embargo, seguimos sin saber cuánto y dónde porque para saberlo hay que pasar de depender de tener funcionarias a las que les importe a que simplemente importe como información relevante para la gestión pública. Y eso todavía no pasó.

Contigo siempre al borde del abismo: no se quiere que se sepa

La empresa sueca Intimina fabrica productos asociados a la salud sexual, entre ellos, copas menstruales. En su catálogo, tienen un producto innovador: la Ziggy Cup, el primer disco menstrual. La Ziggy es un dispositivo que tiene la misma función que una copa pero la forma de un diafragma, por lo que va pegado al cérvix detrás del hueso pélvico y no en el tercio inferior del canal vaginal como las otras copas. En su web lo primero que se ve es una imagen del producto que la anuncia como “la copa con la que puedes tener sexo”.

No hace falta ir muy profundo para que esto suene raro. Basta con preguntarse con qué copa no se puede tener sexo para ver que en esa expresión hay una omisión. La respuesta es simple: se puede tener sexo con todas las copas, así como se puede tener sexo con tampones, toallitas o sin nada. Ni la menstruación ni ningún producto de gestión menstrual impiden tener sexo. Lo que diferencia a la Ziggy de otros productos es la ubicación y que no representa ni un riesgo ni una obstrucción durante la penetración.

La innovación del disco menstrual se construye alrededor de lo conservadoras que nos permiten ser, personas que piensan que tener sexo es lo mismo que ser penetradas. Vos podrás decirme que, entonces, es un ejemplo de algo que se sabe mal, no de algo que no se quiere que se sepa. Y de nuevo, sí pero no.

Al equiparar penetración con relación sexual se está sosteniendo un modelo hegemónico de sexualidad. Y ese modelo, la famosa heteronormatividad, también implica que no se quiera que sepamos que hay otras formas de tener sexo, que no lo podamos imaginar. Porque la heteronormatividad no es solo omitir, es excluir. Es validar que lo único que cuenta como sexo es la práctica reproductiva cuando la enorme mayoría de la gente tiene sexo por placer y no para reproducirse (de hecho, hasta podemos reproducirnos sin sexo).

Reducir algo placentero (el sexo) a eso que permite perpetuar la unidad básica de la reproducción social (la familia tradicional) requiere que no consideremos que podemos obtener placer de otras prácticas sexuales. Un poco de eso se ríe esta publicidad de tampones paródica que los muestra como ideales para el sexo oral.

Por eso te hago esta canción de mierda: no saber que no se sabe/habilidad de no saber

En este video que armó para Kotex, la youtuber Simone Giertz explica cómo funciona el ciclo menstrual con una máquina que armó con piezas de un pinball y unas tuercas, bien al estilo TP de tecnología. ¿La narrativa? Bastante familiar: la menstruación es un producto de la no fertilización del óvulo. Incluso llega a decir “el ciclo menstrual es lo que permite que cada uno de nosotros esté hoy aquí”. ¡Oh, vieja y querida función reproductiva, te extrañaba desde el párrafo anterior!

*el meme dice: me vino/menstruación/ruptura del tejido endometrial/funeral del óvulo sin fertilizar/llanto uterino por la pérdida ovular

¿Por qué dice que esto es un ejemplo de ignorancia, señora? ¡Si es lo que nos enseñan en la escuela! Bueno, no sé cuántos años tenés vos pero a mí en la escuela me enseñaron que el agua es “un recurso renovable” así que recomiendo soltar.

Ahora bien, hecho el funeral para esa clase que nos dio aquella marca de toallitas en la escuela primaria, me gustaría contarte sobre un trabajo publicado en 1993 por Margie Profet. En él, propone lo que de acá en adelante voy a llamar Hipótesis de la Función Inmunológica de la Menstruación (HFIM). Va un resumen de sus conceptos directo desde el trabajo que presenté para el seminario de Concepciones Semánticas de la Ciencia:

  1. Hasta la HFIM la menstruación era considerada un mecanismo no-funcional. Como fuera descripta por Robert Short en 1984:   “Cuando hablamos sobre el ciclo menstrual normal, lo hacemos como si éste fuera la principal prioridad de la naturaleza en el diseño reproductivo. Nada está más alejado de la realidad que esto. Los ciclos son una mera consecuencia de la infertilidad; son el modo de la naturaleza de apostar nuevamente por un embarazo”. Según esta visión, la menstruación es un subproducto de la infertilidad y el único objetivo del ciclo menstrual es el embarazo.
  2. Al considerar que la menstruación es no-funcional, su origen debiera ser explicado en ausencia de un objetivo concreto. Según Colin Finn, es una consecuencia del desarrollo del endometrio. Para él, el engrosamiento de las paredes uterinas como preparación para la implantación en las hembras humanas tiene características especiales. En su trabajo, los embriones humanos son caracterizados como “agresivos” y “extremadamente invasivos”, por lo que el engrosamiento del endometrio tendría una doble función: por un lado, proteger a la persona gestante y, por otro, permitir el desarrollo del embrión sin generar una reacción inmunológica similar a la que se da ante otros elementos foráneos. La menstruación sería consecuencia de que, por el grosor especial del endometrio humano, el mismo no pueda ser reabsorbido y deba ser eliminado.
  3. Profet argumenta que “si la menstruación fuera biológicamente costosa y no-funcional, la selección natural la hubiera eliminado”. Entonces, propone un beneficio, que es, a su vez, una función. El desprendimiento del útero y el sangrado vaginal funcionarían de manera análoga a los mecanismos inmunológicos de defensa frente a patógenos específicos presentes en nariz, pulmones e intestinos. Para Profet, la clave para afirmar la relación entre evolución y menstruación está en la composición del sangrado: “Si la menstruación fuera solamente un subproducto sin función específica de las fluctuaciones hormonales cíclicas, no habría mecanismos específicamente diseñados para causarla ni los componentes de la sangre menstrual y la venosa diferirían significativamente”.

¿A qué vienen todas estas palabras y discusiones? A que aunque la función reproductiva de la menstruación sea evidente no basta para explicarla. Cuando afirmamos que menstruamos “porque el óvulo no se encontró con el esperma” no solo estamos ignorando que no sabemos por qué menstruamos, sino que asumimos que se puede saber. Y a la hora de pensar cómo fue que un rasgo se fijó a lo largo de miles y miles de años de procesos evolutivos, lo mejor que tenemos siempre va a ser una conjetura. 

Contigo siempre al borde del abismo

Como a esta altura ya sabés, creo que cuando hay mucho que procesar no hay mucho que decir. Estamos en el momento más agudo de la emergencia sanitaria producida por la pandemia. Te dejo 3 links al vuelo por si querés leer alguna cosa hasta que nos volvamos a encontrar la semana que viene:

  1. Un estudio realizado en Argentina confirma que la vacuna Spuntik V es altamente efectiva contra la variante de Manaos
  2. La eficacia de los test de anticuerpos para evaluar la protección de la vacuna
  3. Qué hizo, qué hace y qué hará el gobierno para conseguir vacunas

Siempre me pasa por sobrevivir

Si hasta este momento te preguntabas ¿qué tipo de ciencia hace esta mujer que nos habla de ciencia? Ahora ya lo sabés: ninguna. Participo de la comunidad científica pensando acerca de cómo se produce lo que la ciencia afirma sobre la menstruación. No hago ciencia pero la critico, bien de doña. Si no te lo preguntabas, espero que igualmente hayas disfrutado esta carta que, además de intentar acercarte algo de lo que discutimos en algunas perspectivas críticas de la filosofía de la ciencia, trató de hacerte pensar en otra cosa de una forma diferente. ¿Viste que en general para no quemarnos la cabeza nos recomiendan distraernos? Bueno, acá te quise hacer concentrar en otra cosa. Porque no es cuestión de salir del agujero interior para entrar en el vórtex del embrutecimiento.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: las refes de hoy son de esta canción, que no me gusta mucho pero que es de las pocas que encontré que habla de menstruar en español.

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.