Un amor salvaje y el pulso del trip

Vamos a hablar de finales, pero pensándolos por fuera de la clausura. Como momentos en tránsito, eventos reversibles o notas al pie.

Holis, ¿cómo andás? Yo acá, spameándole todas las bandejas de entrada a Lauti con saludos de cumple. Me encantan los cumpleaños y en estos días empiezo a estar de buen humor porque falta poco para el mío (es el 18). También estoy contenta porque vuelve Juan a #MundoPropio. 

Hablando de gente que despierta cariño, hace poco estaba tomando un vermú con un amigo y me habló de la “política de la amistad”. Hoy es el último news de este especial de los Redondos y no puedo evitar pensar que ese mismo sintagma, “política de la amistad”, se usó en los encuentros para hablar de los primeros discos, de Patricio Rey como un proyecto de amigos para amigos, con esos temas que evocan personajes queridos, como ese Enrique Symns inmortalizado en “Héroe del whisky” o la anécdota del gordo Pierre ridiculizada en la calificación de vitricida.

Yo creo profundamente en el poder transformador de la amistad. Tal vez sea por eso que, cuando se separaron los Redondos no escuché nunca más al Indio ni a Skay. Ni un solo tema, ni una entrevista. Y en el afán de meter algunos conceptos en lo inexplicable de las afecciones, pienso que no es porque se haya terminado su amistad, sino porque se rompió la política de la amistad en ellos. Los proyectos solistas son otra cosa.

Sin embargo, a mí no me gusta pensar que los finales son representativos de las relaciones, son un momento más, a veces parte de una continuidad, un episodio. Como esta serie de cartas, que hoy llega al final pero que no tiene sentido sin las otras y que no lo obtiene de esta. 

Así que hoy, en esta época en la que hemos asociado lo superador con conclusiones definitivas, en la que, sobre cada tema de agenda, la propuesta es escribir la cosa más contundente posible porque la semana que viene ese tema va a quedar atrás y las reflexiones serán material de archivo, me gustaría que pensemos los finales por fuera de la clausura. Como momentos en tránsito, eventos reversibles, notas al pie o como nos salga. ¿te copa?

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Están mis muertos tan, tan lejos de la pantalla en que vos te mirás

En esta edición te hablé más profundamente de lo que pienso sobre la idea de “fin de la pandemia”, pero, muy resumidamente, la cuestión es que creo que no puede reducirse al cese de los contagios. Dicho esto, los contagios no cesaron y la pandemia continúa, pero en otro modo, como ruido de fondo. Si se nombra, es para evaluar las políticas sanitarias de cara a las elecciones o sus efectos sobre la economía, como si ya no hiciera falta información sobre cuidados o efectividad de vacunas. 

Después de la disolución de la banda, los Redondos superaron la idea de final sosteniéndose como fenómeno popular. Todavía hace falta escucharlos. La pandemia, en cambio, no se diluyó como entidad epidemiológica pero sí como fenómeno popular. Pero todavía hace falta narrarla.

*El meme dice: 1918 pandemia/1968 levantamientos populares/1944 pelear contra los nazis/1992 brutalidad policial/2008 crisis económica/Por sus poderes combinados, yo soy el 2020 

Este artículo de Nature refleja esta idea de la continuidad en el final con mucha justicia poética. Cuando pensamos la inmunidad colectiva como el fin de la pandemia tendemos a caracterizarla como una novedad, algo logrado en contacto con un virus nuevo o con vacunas recientemente desarrolladas. Y creo que hay algo en eso que tiene que ver con que pensar pandemia y coronavirus como sinónimos con un solapamiento absoluto no solo nos da un fin posible, sino que delimita un comienzo. Lo hace abarcable. Sin embargo, parece que parte de la inmunidad podría estar con nosotros desde hace rato.

Un estudio chiquito en el que se midió la respuesta de 8 personas que se habían infectado con SARS en la epidemia de 2002/2004 mostró que, luego de que se las vacunara con Pfizer, produjeron niveles muy altos de anticuerpos contra ambos virus (corona y SARS). Además, se observó muy buena actividad neutralizante para variantes de preocupación actuales, incluida la Delta. Hasta ahora, es la respuesta inmune más potente observada en muestras de sangre de personas con esquema de vacunación completo, incluidas las que tuvieron COVID antes de ser vacunadas.

No sé si te acordás, pero en esta carta te hablé de los sarbecovirus, una familia de, por supuesto, virus, que incluye varios tipos de coronavirus y otros parecidos. En esa ocasión te lo comenté porque se observó que un tipo de anticuerpo específico presente en pacientes recuperados de COVID mostraba actividad neutralizante frente a un montón de sarbecovirus. Hoy, viene al caso porque: 1) el hecho de que en los últimos 20 años haya habido epidemias de 2 virus de esta familia evidencia la importancia de estudiarlos en profundidad; 2) ante la posibilidad de nuevas pandemias surgidas de virus que hoy están presentes en otros animales, generar anticuerpos por adelantado no está de más; 3) este estudio abre la puerta a investigaciones que combinen el conocimiento sobre la inmunidad frente al SARS y a la COVID para desarrollar fármacos que prevengan la infección por múltiples tipos de sarbecovirus.

El final, entonces, no se presenta como horizonte solo en el sentido de ese lugar con el que soñamos y nos motiva, sino como la línea que siempre se va corriendo. Antes era una vacuna contra el coronavirus, ahora podría ser una contra varios virus de la familia. 

Lo que está claro es que, llegue cuando llegue y sea lo que sea, el fin requerirá vacunas. En este caso, por ejemplo, se vio que los anticuerpos neutralizantes contra el SARS que habían desarrollado quienes se habían infectado hace ya casi dos décadas no neutralizaban el coronavirus, sino que este efecto se generó con la vacunación.

Como, por supuesto, sé que un estudio hecho en 8 personas por más esperanza que nos dé no es evidencia concluyente, te dejo dos notas cortitas por si vos o alguno de tus queridos todavía tienen dudas respecto a la vacunación:

1- Una investigación en Tucumán produjo la primera evidencia de presencia de anticuerpos en los 6 meses post-vacunación con Sputnik V.  Al medir la respuesta producida en 602 trabajadores de la salud (que fueron los primeros en vacunarse), se observó desarrollo de anticuerpos en el 97% de los individuos.

2- Este video de Science Sam en el que explica que, aunque la tecnología de ARNm de algunas vacunas como la de Pfizer o Moderna parecen sacadas de la galera para la ocasión, esto no es así. Por un lado, desde tan temprano como 1961 hay trabajos que exploran los potenciales del ARN en aplicaciones de salud y desde 1965 hay registros de investigación sobre las nanopartículas presentes en las vacunas que se encargan de “llevar” el ARN hasta las células. Por el otro, si bien las de Pfizer y Moderna son las primeras vacunas de ARN en ser comercializadas a gran escala, no son las primeras que se prueban en humanos. Lo distinto es que las relacionadas a la COVID tuvieron financiamiento, apoyo institucional y gran participación en los ensayos, lo que facilitó el proceso de aprobación.

Cuando se enoja chisporrotea infumable

En este especial ricotero, la idea de fenómeno que todo lo atraviesa estuvo ilustrada por el cambio climático. Hoy, que hablamos de finales, se me viene a la cabeza el primer tema de Último bondi a Finisterre, el primer disco con máquinas, el principio de la última etapa. 

La primera línea de esa canción dice “mientras Walter invade nuestra fiesta”. La novedad en los Redondos arranca nombrando a Bulacio. Y yo pienso que el futuro tal vez no sea ese lugar en el que las cosas quedan atrás, sino que es ese espacio definido por cuánta fuerza tenemos para arrastrar nuestro pasado. Eso que se han preguntado Baruch Spinoza y César Gonzalez: ¿qué puede un cuerpo?

Este artículo arranca con una anécdota de Meenu Tewari, una urbanista que, como parte de su rutina laboral, un día fue a visitar una fábrica textil y encontró una planta vacía. Las máquinas estaban, los operarios no. Estaban abajo de un toldo, descansando a la sombra. El calor había causado errores y desmayos cerca de elementos cortantes y pesados.

Hay evidencia de sobra que indica que no es un episodio aislado. A temperaturas mayores a 35°C, el rendimiento en diversas tareas empieza a fallar, así como los mecanismos para lidiar con el calor. Incluso hay investigaciones que relacionaron las altas temperaturas con mayor agresividad, menores capacidades cognitivas y baja productividad.

Cuando hablamos de cambio climático, pareciera que todos los problemas que podemos llegar a tener los humanos se relacionan con su impacto en nuestro entorno, como si nosotros no formáramos parte también de él. En esta edición mencionamos la salud mental, algo importante, pero que no deja de ser una marca de separación respecto a otros animales. Ahora bien, ¿qué pasa con el comportamiento? Vamos con algunas investigaciones:

1 – El psicólogo social Craig Anderson y sus colegas mostraron a estudiantes universitarios cuatro videos de parejas conversando. Uno de los videos tenía un tono neutro, mientras que los tres restantes mostraban una tensión creciente. Los estudiantes universitarios que veían los videos estaban sentados en una habitación con el termostato ajustado a una de cinco temperaturas diferentes, que iban desde los 14º C a los  36º C. Anderson, que ahora trabaja en la Universidad Estatal de Iowa, en Ames, descubrió que los estudiantes que se encontraban en habitaciones incómodamente cálidas puntuaban a todas las parejas, incluso a la neutral, como más hostiles que los estudiantes que se encontraban en habitaciones con temperaturas agradables (curiosamente, los estudiantes de las habitaciones incómodamente frías puntuaron a las parejas de la misma forma).

Esto indicaría que, cuando hace calor, percibimos las situaciones cotidianas de forma más hostil. Si bien es muy difícil demostrar que la percepción de hostilidad desencadena la violencia y sería sumamente incorrecto desprender de ello que el calor estimula la agresión, hay estudios que identificaron que, en días de calor, los hechos violentos en penales estadounidenses, donde en muchos casos no hay ni aire acondicionado ni ventilación adecuada, son más frecuentes. Otro análisis de datos también correlacionó (de nuevo, no es causalidad), días de mayor temperatura con mayor ocurrencia de crímenes violentos en la ciudad de Los Ángeles.

2- Volviendo a la anécdota del principio, Tewari y sus colegas observaron trabajadores textiles entre uno y nueve años, dependiendo del sector. Cuando las temperaturas superaban los 35º C, la producción media diaria en el sector de la confección se reducía en un 2% y en el de la costura en un 8%, en comparación con los días de menos de 30º C.

A continuación, el equipo amplió la escala a las industrias de toda la India utilizando datos de encuestas nacionales. Los cálculos de los investigadores sugieren que la producción media anual disminuirá un 2,1% si las temperaturas medias diarias se calientan 1°C por encima de las condiciones actuales; y que el producto interior bruto anual, es decir, el valor de los bienes y servicios producidos en un año, se reduciría un 3%.

3- Las cargas del alto calor suelen recaer sobre los residentes más pobres de un país. Por ejemplo, en Estados Unidos, un largo legado de políticas de vivienda discriminatorias hace que los pobres vivan a menudo en las zonas más calurosas de una ciudad, según un informe de julio de Climate Central, una organización independiente de investigación y comunicación sobre el clima. En estos focos de calor concentrados, denominados «islas de calor urbanas», las temperaturas de media tarde pueden aumentar entre 8 y 11 °C por encima de las zonas periféricas. Los efectos tienden a ser peores en los barrios pobres debido a la alta densidad, la escasez de espacios verdes y de sombra y la abundancia de carreteras y superficies pavimentadas que absorben el calor en lugar de reflejarlo.

O sea que, aunque la temperatura aumente en todo el mundo, el aumento de la irritabilidad y la baja de la productividad no se van a repartir uniformemente, y ahí sí que volvemos a ser animales únicos.

Que se mejoren ahí en la eternidad

Patricio Rey es una deidad que nace en Oktubre frente a la muerte de Dios en manos del pueblo, es la adoración de las masas organizadas hacia sí mismas cuando al fin se ven en el púlpito. La caída de esa esperanza, la pérdida de la ilusión en la propia grandeza, obliga a trascender en lo ajeno. Hay allí un retorno a quién siempre perdona, el Rey se vuelve súbdito, cordero y ante la traición de quién no cumple sus promesas, la redención se transforma en despecho y se entrega al maligno. Al final, vuelve a ser rey. Ya no Patricio, Momo. Y en ese gesto, ese final que tantos interpretan como el triunfo del ego, yo veo la entrega a su destino, porque lo pagano es siempre memoria colectiva y práctica popular. 

Pienso que el artista, como el comunicador, tiene que habitar multitudes. A la experiencia universal se puede llegar con ambigüedad o capturando la sutileza de la sensibilidad. Hay cosas que no tienen explicación, que no se entienden, pero que existen igual, como las letras de los Redondos. Y las ciencias no son una búsqueda de respuesta, son la respuesta a la sensibilidad que se canaliza en el conocimiento. No hay final posible para lo que insiste en conmover.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: las referencias de este news son del último disco de ese romance popular llamado Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.