Y si vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda…

¿Por qué hay cambios tan abruptos en la política económica cuando cambian los gobiernos? ¿Y por qué se repiten las mismas políticas económicas del pasado? ¿Es culpa de los gobiernos o hay algo más profundo por detrás?

Y si vas a la derecha
Y cambiás hacia la izquierda, ¡adelante!
Es mejor que estarse quieto
Es mejor que ser un vigilante

–Charly García, «Raros Peinados Nuevos» (Piano Bar, 1984).

Hola, ¿cómo andás? Cumplió 70 años Charly García, uno de los más grandes del rock nacional. Una de sus –tantas- cualidades es su capacidad para captar y reflejar los cambios de época a través de su música. Y vaya si hubo cambios. Justamente el tema que vamos a ver hoy tiene que ver con eso.

La semana pasada analizamos el congelamiento de precios y marcamos que, a pesar de no ser una medida muy efectiva, fue utilizada prácticamente por todos los gobiernos (sin importar el partido político). Ayer, Iván arrancó su newsletter diciendo que los problemas actuales que afectan al país requieren de acuerdos, pero que los incentivos de cada uno de los espacios políticos parecen ir en la dirección contraria. ¿Hay algún vínculo entre las dificultades para sacar a la economía del estancamiento, la recurrencia de políticas económicas cortoplacistas de dudosa efectividad y la falta de acuerdos para lograrlo?

El péndulo argentino

Las últimas décadas en la Argentina se han caracterizado por cambios muy bruscos y muy frecuentes de la política económica que muestran una oscilación pendular entre dos corrientes antagónicas: la corriente popular y el liberalismo económico.

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La corriente popular refleja las aspiraciones de las grandes masas de la población. Sus principales objetivos son la distribución progresiva del ingreso y el pleno empleo. El primer objetivo se instrumenta mediante mayores beneficios sociales, aumentos nominales de salarios y a menudo controles de precios. También se recurre al manejo de los grandes instrumentos de política económica -fundamentalmente del tipo de cambio y de las tarifas de los servicios públicos- en función del objetivo prioritario de evitar que aumente el costo de vida. El segundo objetivo se logra asegurando un alto nivel de demanda.

Las etapas expansionistas suelen comenzar con el aumento de los salarios reales, el crédito barato y el incremento de la actividad económica. Sin embargo, en la mayoría de las veces esta etapa no dura mucho. El déficit fiscal crece, la balanza comercial se desequilibra, aparece el desborde sindical, surge el desabastecimiento y se acelera la inflación. El proceso culmina con el agotamiento de reservas en el Banco Central y una crisis de balanza de pagos. La expansión se detiene y sobreviene una situación económica caótica. A medida que pasa el tiempo aumenta la oposición de los estratos influyentes de la sociedad y, finalmente, sobreviene la caída del equipo económico del gobierno.

Aunque la corriente popular admite algunos de sus errores y excesos, tiende a minimizar su importancia, y como justificación principal de su fracaso alega la insuficiencia del poder popular para manejar los resortes clave de la economía y la resistencia de poderosos grupos económicos nacionales e internacionales.

La caída de la corriente popular provoca siempre un brusco vuelco hacia la ortodoxia económica. El acento se ve puesto sobre el orden, la disciplina, la eficiencia, el equilibrio del presupuesto, el ahorro, la confianza y la atracción de los capitales del exterior y las virtudes del sacrificio popular.

En general, los equipos ortodoxos llegan al poder en medio de las crisis de balanza de pagos. Su respuesta frente al problema son paquetes de medidas que involucran una brusca devaluación, un aumento de los ingresos del sector agropecuario, una caída de los salarios reales, una política monetaria más contractiva, una recesión de mayor o menor profundidad y un deliberado esfuerzo de atracción de capitales extranjeros. De acuerdo a las afirmaciones de la ortodoxia, la recesión y la caída de los salarios reales no serían más que perjuicios momentáneos que corresponderían a un período inevitable de sacrificio, necesario para ordenar y sanear la economía. Gracias a él, se crearían las bases para el despegue y el crecimiento en un beneficio del conjunto de la población.

La política puede lograr ciertos éxitos al comienzo. La tasa de inflación, que siempre aumenta inicialmente a raíz de la devaluación, más adelante suele disminuir; los capitales financieros afluyen del exterior y los salarios reales en parte se recuperan. Sin embargo, en algún momento del proceso sobreviene una crisis de confianza. El flujo de capitales extranjeros se invierte. Los préstamos del exterior que habían ingresado comienzan a huir. Se produce una fuerte presión sobre las reservas de divisas, una crisis en el mercado cambiario y una brusca devaluación. Caen los salarios reales, disminuye la demanda, la tasa de inflación otra vez aumenta vertiginosamente y se vuelve a caer en una recesión, más profunda aun que la anterior.

La reacción de la ortodoxia frente a su falta de éxito ha sido siempre similar a la de la corriente popular. Aunque admite errores de conducción, atribuye siempre su fracaso a la insuficiencia del poder político para efectuar el saneamiento necesario en la administración pública, para eliminar las empresas ineficientes y para mantener los salarios deprimidos por un tiempo suficiente como para que se genere un proceso de autosostenido crecimiento.

Esto que parece escrito ayer, es de 1983. Sí, leyeron bien: 1983, hace casi 40 años (prácticamente en el mismo momento que Charly componía “Raros Peinados Nuevos”). Lo escribió Marcelo Diamand en un trabajo titulado “El péndulo argentino: ¿Hasta cuándo?” (con algunos recortes y leves modificaciones semánticas para que no se dieran cuenta que era de esa época).

Es tan perfecto que asusta

La similitud entre el comportamiento pendular descrito por Diamand a principios de los ‘80 y lo sucedido en los últimos años es impresionante. Fíjense que no solo identifica las características generales sino también las mismas medidas económicas.

Por otro lado, como el título del trabajo lo indica, esto ya venía sucediendo desde antes de los ’80. ¿Desde cuándo tenemos este comportamiento pendular? Justamente en los últimos días salió publicado este trabajo de Valeria Arza y Wendy Brau, que hasta donde conozco es el primero en cuantificar el péndulo argentino.

Lo que las autoras hicieron fue analizar una por una las medidas económicas aplicadas por los distintos gobiernos desde 1955 y hasta 2018 en las diferentes áreas (fiscal, monetaria, comercial, de movimiento de capitales, privatizaciones y regulatoria). A partir de eso, definieron cada una de las medidas como “ortodoxas” o “heterodoxas” dependiendo de si están alineadas o no con las recomendaciones del FMI y del Banco Mundial de ese entonces. Por ejemplo, la privatización de empresas públicas en los ‘90s sería considerada una medida ortodoxa por estar alineada con las recomendaciones de los organismos internacionales, mientras que la regulación a la compra de dólares sería considerada heterodoxa por no estar alineada con dichas recomendaciones.

Lo que las autoras encuentran es que, efectivamente se observan cambios importantes y frecuentes en la orientación de las políticas económicas, dando lugar al comportamiento pendular mencionado. De los 63 años analizados, en 32 predominaron las medidas ortodoxas y en 26 las heterodoxas. Cada orientación tuvo una duración promedio de dos años y la mayoría de los cambios de orientación se dieron dentro de un mismo gobierno. Si bien no se puede hacer una asociación unívoca entre el signo político y la orientación de las medidas, durante la mayor parte de los años gobernados por regímenes militares prevalecieron las políticas ortodoxas y durante los gobiernos peronistas las heterodoxas, mientras que en los gobiernos radicales se repartieron de forma pareja entre orientaciones más ortodoxas y más heterodoxas.

Esto se puede ver sintetizado en el gráfico a continuación, a partir del índice agregado que elaboraron, que va desde 0 (muy heterodoxo) a 1 (muy ortodoxo), de modo de identificar los cambios de política con el paso del tiempo y los cambios de gobierno.

Índice de orientación de política económica, por partido político 1955-2018

Fuente: Arza y Brau (2021).

Las fuerzas por detrás del péndulo

A partir de lo anterior, queda claro que este comportamiento pendular es un hecho estilizado de la economía argentina. Ahora, la pregunta importante que falta responder es por qué se observa este comportamiento. La alternativa que debería quedar descartada es la de pensar que es debido a una cuestión de ineptitud, errores no forzados o cuestiones de este estilo. Podemos tener un gobierno malo, incluso dos o tres, ¿pero todos? Muy difícil. La otra, muy repetida en este último tiempo, que también debería quedar descartada, es que fue por culpa de “70 años de peronismo”. Como destacan las autoras del trabajo anterior, de los 63 años analizados, un 43% fueron gobiernos peronistas y aliados, 27% radicales y aliados y 30% gobiernos de facto.

En realidad, una manera más interesante de pensarlo es que haya cuestiones estructurales (elementos que son difíciles de modificar para el gobierno de turno), y que a la vez no sean compatibles entre sí. Esta incompatibilidad es la que se manifestaría a través de tensiones en la economía que los gobiernos tratan de resolver infructuosamente con medidas cortoplacistas (definidas de esta manera, ya sea por su duración temporal o porque luego el mismo gobierno o el que viene a continuación las cambia).

¿Y cuáles serían esas cuestiones estructurales?

El propio Diamand, en un trabajo previo de unos años antes, brinda una explicación: el problema estaría en que la estructura productiva argentina se encuentra desequilibrada, ya que tenemos un sector agropecuario con una productividad muy elevada que es el que puede exportar y generar las divisas, pero que no genera empleo suficiente ni buenos salarios; mientras que la industria tiene esa capacidad, pero al tener una productividad baja, no solo no puede exportar sino que requiere de muchos insumos importados para su funcionamiento. Así, cuando mejoran los precios internacionales de los commodities eso lleva a una expansión de la industria, el empleo y los salarios (gracias a la expansión de las exportaciones que permiten financiar el aumento necesario de las importaciones), pero que no puede mantenerse en el tiempo dado que, tarde o temprano, los precios internacionales de los commodities caen y eso provoca el faltante de divisas y la devaluación del tipo de cambio.

En una línea similar, pero haciendo más énfasis en la cuestión distributiva, Pablo Gerchunoff y Martín Rapetti sostienen que existe un conflicto entre las aspiraciones económicas de la sociedad y las posibilidades productivas del país. Por ende, el nivel de ingresos que demanda la sociedad es más elevado que aquel que permite la capacidad productiva del país, generando un comportamiento cíclico potenciado por las políticas económicas de los distintos gobiernos.

Otra explicación interesante, más enfocada en la cuestión política y con un enfoque gramsciano, es el “empate hegemónico” de Juan Carlos Portantiero, que lo define como aquella situación donde hay dos fuerzas en disputa (por un lado, trabajadores y empresas volcadas al mercado doméstico y, por otro, la burguesía pampeana) que tienen suficiente poder como para vetar los proyectos elaborados por la otra, pero donde ninguna logra reunir los recursos necesarios para asumir por sí sola el liderazgo y posicionarse como el bloque dominante.

¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto? Hay demasiada tela para cortar. Pero pensando más que nada en cómo salir hacia adelante, creo que al consenso ya establecido de que tenemos que aumentar la capacidad exportadora, hay que agregarle la necesidad de lograr ciertos consensos mínimos en materia de políticas económicas que sean respetadas por los distintos gobiernos a ver si, de una buena vez por todas, podemos dejar atrás el péndulo.

💥Anuncio importante: Lanzamos el primer taller de economía💥

Les quería contar que junto a Cenital y la Fundación Germán Abdala, vamos a lanzar el primer taller de economía. Van a ser 4 reuniones virtuales, los martes de 18 a 20, arrancando el 9 de noviembre.

La idea del curso es brindarles las herramientas y las explicaciones necesarias para que puedan entender cómo funciona la economía argentina, y en particular los problemas recurrentes que la aquejan (inflación, devaluación del tipo de cambio, caída del poder adquisitivo, entre otros), pero justamente para terminar con el vaso medio lleno, viendo cómo podemos salir de esta situación.

Quienes se anoten, además de las clases online van a tener acceso a un campus donde van a poder encontrar bibliografía, artículos complementarios, las presentaciones utilizadas en las clases y otros recursos digitales para profundizar los conocimientos. La inscripción cuesta $5.000 y los cupos son limitados. Para anotarse o para obtener más información, escriban a [email protected]. ¡Los espero!

¿Más economía?

Va el resumen del panorama económico a partir de los datos que salieron durante la última semana: en septiembre, la actividad económica consolidó el repunte, aumentando por tercer mes consecutivo. El resultado fiscal fue bastante más bajo de lo esperado, de la mano de los ingresos extraordinarios del DEG provisto por el FMI. Los precios mayoristas y los de la construcción se aceleraron en septiembre, en línea con lo sucedido con la inflación. El superávit comercial acumulado es el más alto en los últimos 10 años. La nota completa la podés leer acá.

Durante los días 27 y 28 de octubre se llevará a cabo el Workshop “Transformaciones recientes del capitalismo y los desafíos para el desarrollo de América Latina”. Contará con mesas temáticas y conferencias especiales. Acá pueden ver el programa y acá se registran.

¿No sabés qué es eso del “big data” que tanto se habla? Entonces este podcast es para vos, donde Walter Sosa Escudero, especialista en el tema, nos introduce en el maravilloso mundo de los datos generados por la masividad de internet.

Esto fue todo por hoy. Ojalá te haya servido para que ahora entiendas un poco más de esta cosa tan difícil que parece ser la economía argentina. Si no aguantás hasta la semana que viene, la seguimos por acá.

Espero tu respuesta. Te mando un abrazo grande.

Juanma

p.d. Si te gusta este newsletter, y valorás lo que hacemos, te invito a sumarte colaborando con el proyecto de Cenital a través del sistema de apoyo económico.

Me dedico a estudiar la macroeconomía argentina, algo que en este país debe ser similar a tener un doctorado en física molecular. Soy magister en Desarrollo Económico en la UNSAM y estoy haciendo el Doctorado homónimo en la UNQUI. Padre de gemelas y docente universitario.